No es un gran secreto que los tigres enfrentan un futuro incierto. En el último siglo, el número de tigres en estado salvaje ha disminuido en un 95 por ciento, debido a múltiples amenazas como la pérdida de hábitat, el cambio climático y los conflictos con los seres humanos. Pero sin duda, el factor que ha desencadenado su masiva disminución en este planeta no es más que la caza.

La caza de tigres es una práctica que consiste en la captura y matanza de estos grandes felinos, a mano de su más grande depredador: el ser humano. Se trata de un problema a gran escala, que interrelaciona varios factores entre sí, como el crecimiento poblacional, la invasión de los hábitats de los tigres y las consecuencias que esto implica. En muchas zonas los tigres han atacado al ganado doméstico para alimentarse, hecho que enfurece a los aldeanos, los cuales toman represalias asesinando a los felinos que atacaron su fuente de recursos.

A través de la historia, los tigres han sido cazados por constituir una amenaza para la vida de animales o personas y para obtener ganancias monetarias por medio de la venta o intercambio de partes de sus cuerpos. Uno de los bienes más cotizados ha sido la piel, cuya belleza es indiscutible.

En la actualidad es común asociar la caza de tigres con la caza furtiva, pero la práctica de cazar felinos es más antigua de lo que se cree y no siempre ha estado motivada por intereses comerciales.

Breve historia de la caza de tigres

En la Antigua Roma los ciudadanos y las personas de los altos círculos de poder se entretenían observando en los circos los combates entre fieras. Por las diversas representaciones que aún sobreviven, las luchas entre leones y tigres eran comunes, lo que significa que ya en ese entonces los tigres de Asia eran cazados para llevarlos a territorio mediterráneo y servir como espectáculo. Después de una pelea brutal, uno de los dos contendientes resultaba muerto o brutalmente herido y posiblemente sacrificado.

En la India los safaris para cazar se convirtieron desde el siglo XVI en una actividad popular para las personas de alto rango y poder adquisitivo. La práctica fue popularizada por el emperador Jalal-ud-Din Muhammad Akbar, conocido como Akbar el Grande, un gobernante del Imperio mogol. Bueno, la caza, considerada una actividad deportiva y heroica fue perpetuada a través de los siglos por los diferentes gobernantes, y los tigres eran los trofeos.

Los colonos británicos no cambiaron este dañino hábito. Por ejemplo, el rey Jorge V viajó a Nepal con un grupo de hombres, y en el transcurso de 10 días mató la estrafalaria cantidad de 39 tigres, entre otros animales. En muchas partes del subcontinente indio los tigres eran considerados poco más que molestia. Tristemente, el gobierno alentaba la caza prometiendo recompensas.

China también procuró la matanza de estos felinos, ya que eran vistos como amenazas para los seres humanos. Entonces, quien mataba a un tigre era visto como un héroe que ponía en salvaguarda a la sociedad. Por otra parte, la medicina tradicional china ha usado muchas piezas del cuerpo de los tigres para curar o aliviar diversos males humanos. En 1985, existían ya unas 110 empresas farmacéuticas que elaboraban y comercializaban productos elaborados con partes de Panthera tigris para la cura de los padecimientos.

La caza ha sido efectuada a pie o sobre el lomo de otros animales como los elefantes. Años antes, quien abatía un tigre era considerado un héroe.

Con el correr de los años los tigres fueron dramáticamente diezmados. La caza, junto con la pérdida de hábitat y otros conflictos dieron como resultado la reducción del número de individuos en estado salvaje y la extinción de las subespecies Panthera tigris balica, Panthera tigris virgata y Panthera tigris sondaica. En el transcurso de 100 años, la población de tigres de la India disminuyó notablemente: de 40,000 individuos a 1,800.

Caza comercial de tigres.

Un negocio millonario

La caza furtiva de tigres representa el peligro más importante de estos animales. Con la distribución fragmentada y una población ascendentemente cautiva, la caza ilegal es aún un hecho.

El móvil de esta práctica es normalmente la comercialización de las partes de los animales, que son bien vendidas para formar parte de productos medicinales o decorativos. La piel, los huesos y la carne son las partes más cotizadas, ya que tienen alta demanda para producir bienes.

En China, se cree que los huesos de tigre sirven para calmar úlceras, mordeduras, quemaduras, reumatismo y otros males. En Taiwán, la adición de huesos triturados al vino convierte a éste en un tónico. En general, la medicina asiática considera que los bigotes curan el dolor de muelas, que los huesos de la punta de la cola alejan los malos espíritus y que el consumo del corazón confiere fuerza, coraje y astucia. Pero ninguno de estos remedios tiene fundamento científico.

La caza furtiva no ha podido ser erradicada pese a las campañas de concienciación y la custodia de las áreas protegidas. La razón: el negocio sobrevive porque hay demanda, las redes de caza están bien organizadas y muchos países asiáticos no cuentan con recursos económicos y de infraestructura para desmantelar las redes y poner fin al problema. Mientras tanto, se estima que en Nepal cada cazador furtivo obtiene $130 dólares por kilo de mercancía y aproximadamente $300 dólares en Rusia. Si se hacen cuentas, un tigre completo genera una alta cantidad monetaria.

En partes de China e Indochina, miles de hectáreas de bosques se caracterizan por la ausencia total de tigres. En otras partes ya están extintos, y en unas más sobreviven sólo en cautiverio. ¡La caza debe ser erradicada!

 

 

Fuentes

Tiger Tales: Tracking the Big Cat Across Asia. Ke. Ullāsa Kāranta. Penguin Books India, 2006.

Tigers of the World: The Science, Politics and Conservation of Panthera tigris. Ronald Tilson, Philip J. Nyhus. Academic Press, 2009.

Endangered Species: A Documentary and Reference Guide: A Documentary and Reference Guide. Edward P. Weber. ABC-CLIO, 2016.